Hoy te vamos a platicar si las harinas refinadas son una buena opción como parte de una alimentación saludable. Todas las harinas tienen diferentes características y es importante conocerlas para saber elegir.

¿Qué son las harinas refinadas?

Las harinas refinadas no son nada más y nada menos que el tipo de harinas que se someten a un procesado industrial, cuyo propósito es crear partículas más finas a partir de los granos enteros para un consumo más abierto, por así decirlo.

Sin embargo, durante el proceso, se eliminan componentes y nutrientes fundamentales del grano entero. Del endospermo, el salvado y el germen que originalmente se encuentra en el grano entero, tan solo llegamos a quedarnos con el primero.

Por supuesto, llegamos a obtener un ingrediente que se puede utilizar en la fabricación de muchos otros productos tales como pasteles, dulces y panes; pero, para nuestro objetivo nutricional, no aporta mucho.

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Harinas refinadas
Harinas refinadas, claves para reducirlas en nuestra dieta

4 efectos de las harinas refinadas en el organismo

Como bien lo mencionábamos, las harinas refinadas pierden muchos de sus nutrientes y bondades, entre ellos está el poco aporte de fibra y proteínas.

  1. Aumento de peso. Puede que sea el principal inconveniente que las personas perciben a simple vista. Los carbohidratos de las harinas blancas o refinadas se digieren a mayor velocidad, logrando un incremento de energía tremendo que luego nos cobrará factura.

    Los hidratos de carbono ralentizarán el metabolismo mientras que la glucosa en la sangre va en aumento, esto ocasiona la acumulación de grasa y es mucho más notorio en la zona abdominal.

    Al no contribuir con la fibra necesaria, tendemos a consumir estos alimentos más de la cuenta. Además, cuentan con un alto índice glucémico, por lo que las personas diabéticas tienen muy restringido su consumo.
  2. Riesgo de alergias y derivados. Se ha visto que el consumo excesivo de las harinas refinadas trae como consecuencias problemas digestivos e intolerancia al gluten. No solo eso, sino que también se presenta una deficiencia de vitaminas B y esto ocasiona el desarrollo de alergia que pueden desencadenarse hasta problemas cardíacos.

    Además, en la elaboración de este tipo de harina se utiliza la enzina llamada amilasa, la cual es conocida causante de rinitis y asma.

    Por otra parte, no podemos dejar de mencionar que en las cosechas de trigo se utilizan fungicidas; es decir, tenemos una minúscula carga tóxica en el producto final, pero que puede llegar a crecer con su consumo en exceso.
  3. Dificultan la digestión. Una consecuencia específica de la ausencia de fibra es la dificultad que nos ponen en la digestión. Las enfermedades digestivas y el colón se hacen presentes exactamente por ello.

    Por una parte tenemos el estreñimiento y la inflamación, los cuales suelen empeorar la situación de personas que ya cuentan con problemas digestivos.

    Por otra parte tenemos alteraciones en la flora intestinal, las cuales ocasionan los gases, el dolor y la indigestión. Puede que reconozcas esto fácilmente si sientes punzadas en el vientre; no obstante, te recomendamos ir a un doctor.
  4. Elevan el cansancio y la depresión. ¿Alguna vez te dijeron que la depresión te llega por comer mucha comida chatarra? Pues quizás ahora quieras tomarte en serio a esas personas. Se dice que la acumulación de carbohidratos, en términos de velocidad de la harina refinada, suele producir bajones en el estado de ánimo.

    ¿A qué se debe esto? Verás, el rápido incremento de energía significa un aumento en la glucosa en la sangre; quizás no se note al momento, pero en tu cerebro se está produciendo una alteración química que te lleva al cansancio mental y físico.

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Alimentos para reemplazar este tipo de harinas

Combatir fuego con fuego o, mejor dicho, harina con harina. A continuación te mostramos harinas saludables que funcionan como reemplazo a las harinas refinadas.

Harina de soja

Rica en proteínas, calcio, hierro y vitaminas del grupo B, la harina de soja es buen sustituto para las harinas blancas. Se obtiene a partir de granos de soja tostados y finalmente molidos.

Harina de almendras

Si buscabas un reemplazo para las harinas con las que preparabas tus bizcochos, queques o empanas… ¡no busques más!

La harina de almendras se obtiene del procesamiento de fruto seco, pero no te alarmes, ya que este proceso no le quita sus beneficios. Aún puedes contar con sus proteínas, agentes antioxidantes y ácidos grasos esenciales.

Harina de quinoa

Si la quinoa ya te parecía exquisita en platillos, imagínate ahora utilizarla como harina. Es una gran fuente de calcio, fósforo, hierro y antioxidante gracias a la vitamina E que nos provee. Se obtiene del grano molido.


Ahora que conoces los efectos de las harinas refinadas y sus posibles reemplazos para tu dieta diaria, ¿aún planeas consumirlas sin control alguno?

Tampoco es que debas restringirlas del todo, pero una pequeña alarma en nuestro cerebro sobre los excesos nunca está de más.

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